el Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS)

Esta estructura se vertebra en los cinco niveles de responsabilidad que se están viendo a lo largo de esta obra: nivel I: respeto; nivel II: participación y esfuerzo; nivel III: autonomía; nivel IV: ayuda a los demás; nivel V: transferencia de aprendizaje. 2.3. Arquitectura práctica del AC Este modelo incorpora un nombre clave: cooperación. Dicho término no puede confundirse con el de colaboración, que está presente en la mayoría de las situaciones de aprendizaje. Por un lado, la colaboración consiste en el trabajo con otras personas. Pero por otro lado, la cooperación implica que las personas deban trabajar conjuntamente para conseguir una meta común (Fernández-Río et al., 2016). Llegar a una cooperación auténtica en el entorno escolar no es tarea fácil, puesto que se deberá hacer frente a numerosas limitaciones. Entre ellas, se destaca el efecto de parasitismo ( free-rider effect en inglés; Kerr y Bruun, 1983) que alude a ciertos individuos a dejarse llevar por el grupo haciendo que el volumen de otros miembros del grupo incremente. El objetivo principal de este modelo es el énfasis que se le da a la cooperación que hay detrás de cada juego o actividad (Orlick, 1978). Es por ello por lo que Dyson y Casey (2016) establecen el punto de partida en el aprendizaje con, por, desde y para cada integrante del grupo. Para conseguir esta meta esencial, junto con el desarrollo de una interdependencia positiva, interacciones eficaces, procesamiento grupal, habilidades sociales y responsabilidad individual se propone la siguiente arquitectura práctica mostrada en la Figura 3.

Figura 3 Elementos que vertebran el modelo de AC

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