el Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS)

relación con los objetivos de actitud y comportamiento marcados al inicio de la sesión), como de los objetivos físico-deportivos. 3. Establecimiento de propuestas de mejora para la próxima sesión. Tanto en la autoevaluación como en el diálogo grupal, es imprescindible aportar una propuesta de mejora de cada crítica o experiencia negativa compartida e incorporarla como objetivo de mejora de cara a la siguiente sesión. ŦŦ Tablones de anuncios virtuales o físicos: utilizar medios digitales o físicos en el equipo para mostrar los progresos y celebrar los logros. Evaluación del proceso de enseñanza y la práctica docente: ŦŦ Observaciones de las sesiones: uso de observadores para proporcionar feedback a los entrenadores sobre la fidelidad de la implementación del MRPS. En este caso, sería muy interesante formar al segundo entrenador del equipo en el MRPS para que se convierta en un observador que muestre los puntos fuertes y debilidades del entrenador y que dialoguen para seguir aportando soluciones de mejora después de cada sesión y competición. ŦŦ Autoevaluación de los entrenadores: fomentar que los entrenadores reflexionen sobre su práctica y busquen mejoras continuas. El proceso de evaluación ha de ser flexible y adaptable según las necesidades cambiantes del grupo. Al evaluar sistemáticamente la aplicación del MRPS, podemos ajustar el programa para maximizar su efectividad y garantizar que cada deportista reciba el apoyo necesario para su desarrollo personal y deportivo. 3.4. Secuencia didáctica Se presenta una progresión de actividades con el objetivo de facilitar la comprensión del MRPS en un equipo / grupo de jóvenes deportistas (ver Tabla 1). Las actividades se enmarcan dentro de la fase 2: Establecimiento del Nivel I (respeto) y Nivel II (participación y esfuerzo), la fase 3: Implementación del Nivel III (Autonomía) y Nivel IV (Liderazgo y Ayuda) y la Fase 4: Implementación del Nivel V (Transferencia) . En el MRPS, el nivel V (Transferencia) es esencial y debe ser integrado desde el inicio de la intervención deportiva, no como un componente secuencial o final, sino como un elemento transversal que acompaña cada nivel de responsabilidad y en cada sesión, con el fin de que los jóvenes puedan integrar las habilidades para la vida aprendidas en el deporte, a cualquier contexto. Para facilitar la implementación de este enfoque por parte de los entrenadores, se proporcionan instrucciones claras sobre cómo incorporar la transferencia de habilidades y valores en cada nivel desde el primer contacto con los deportistas. Las actividades son adaptables a cualquier disciplina deportiva y están dirigidas a equipos de jóvenes entre 10 y 18 años.

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