el Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS)
4. Programación de desarrollo juvenil Muchos estudios han contribuido enormemente a la literatura al mejorar la comprensión de los investigadores sobre la interacción entre los factores de riesgo y protección como indicador de la resiliencia y, además, el desarrollo proactivo de los jóvenes como activos. No obstante, los programas que utilizan un enfoque multifacético para promover el desarrollo juvenil positivo, utilizando no solo el deporte y la recreación, sino también otros vehículos como programas de prevención, entrenamiento de habilidades y proyectos de servicio, son esenciales para el desarrollo. La actividad física recreativa y deportiva se ha convertido en una herramienta popular para llegar a la población juvenil (Hartmann, 2003). A pesar de esto, los investigadores reconocen que el deporte y la actividad física recreativa no pueden curar todos los problemas sociales de la sociedad o superar los dilemas urbanos (Pitter y Andrews, 1997), ni transformar a todos los jóvenes (Hellison, 2003, 2011). El deporte y la actividad física recreativa tienen una capacidad generativa poderosa (Hartmann, 2003; Lawson y Anderson-Butcher, 2000), que permite oportunidades para que los jóvenes se vuelvan más responsables personal y socialmente (Hellison, 2003, 2011), para aumentar la autoeficacia y el desarrollo de habilidades (Catalano et al., 1999; Petitpas et al., 2005; Templeton y Eccles, 2001) proporcionando un espacio seguro para que los jóvenes exploren su independencia, autodirección y relaciones con sus compañeros y adultos (Eccles, 1999). 4.1. Características de los programas juveniles de alta calidad El tema predominante en los diferentes tipos de programas juveniles y estrategias que existen es que todos involucran alguna interacción con un adulto y aspiran a promover el desarrollo juvenil positivo. Según los investigadores, existen cinco características fundamentales del desarrollo juvenil positivo (Lerner et al., 2005; Lerner, Fisher y Weinberg, 2000; Roth y Brooks-Gunn, 2003). Estas incluyen: competencia, conexión, carácter, confianza y cuidado. Estas características son resultados deseados de los programas de desarrollo juvenil positivo y promueven específicamente la competencia en áreas académicas y sociales, la conexión con la familia, los compañeros y la comunidad, la confianza en uno mismo, los valores de integridad y moralidad, y el cuidado de uno mismo y de los demás (Lerner et al., 2000). El concepto de desarrollo juvenil positivo sugiere que, si los jóvenes tienen interacciones positivas con personas e instituciones dentro de su entorno, prosperarán en un nivel individual, dentro de su familia y grupos de compañeros, en la escuela, en la comunidad y en la sociedad en general (Lerner et al., 2005). Un programa juvenil comunitario de calidad tiene varias características que pueden contribuir al desarrollo juvenil positivo, como señalan Eccles y Gootman (2002):
ŦŦ Seguridad física y psicológica. ŦŦ Supervisión de adultos. ŦŦ Relaciones de apoyo. ŦŦ Oportunidades de pertenencia. ŦŦ Normas sociales positivas. ŦŦ Apoyo para la eficacia y el sentido de importancia.
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