el Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS)

independiente, dado que el participante opera en cada uno de ellos simultáneamente. Por ejemplo, un estudiante puede presentar actitudes respetuosas y autodirigidas, pero escasa capacidad de liderazgo y cooperación, siendo necesario trabajar sobre aquellas actitudes no desarrolladas, al mismo tiempo que se puntualiza sobre las conductas adquiridas. En la actualidad, estos niveles son reconocidos como metas por los expertos en el MRPS, permitiendo que los participantes progresen entre ellos de manera flexible o alternativa, en lugar de seguir un proceso estrictamente lineal o secuencial (Baker et al., 2023; Gordon, 2020). Esta reconceptualización del modelo permite comprender la complejidad que implica el desarrollo del proceso de toma de decisiones responsables, priorizando la transferencia del aprendizaje (Scanlon et al., 2022; Gordon, 2020). En este sentido, resulta fundamental, para la consecución de los niveles y objetivos del MRPS, que los aprendizajes asociados a cada uno de ellos se manifiesten tanto en el ámbito del gimnasio como en otros entornos (ver Figura 1). De hecho, según Gordon (2020), la transferencia no debe considerarse únicamente como un resultado deseable tras la superación de los cuatro niveles previos, sino como el objetivo esencial de todo el proceso de enseñanza de la responsabilidad personal y social.

Figura 1 Presentación de los niveles del MRPS de forma alternativa/interactiva

ENTORNO

E N T O R N O

E N T O R N O

ENTORNO

Fuente: adaptación y traducción de la figura de Gordon (2020).

Estos objetivos del MRPS se abordan mediante una estructura de sesión adaptable (Hellison, 2011, p. 27): 1) tiempo relacional; 2) charla de concienciación; 3) plan de actividad física; 4) reunión grupal; y 5) tiempo de reflexión. Esta estructura es flexible y puede ser ajustada por los líderes, docentes y entrenadores según su contexto particular (Pozo et al., 2018). Por ejemplo, Sánchez-Alcaraz et al. (2020) plantean un modelo de sesión dividido en cuatro partes, en el que no se alude al tiempo relacional: 1) toma de conciencia, 2) la responsabilidad en acción, 3) encuentro de grupo y 4) evaluación y autoevaluación. Por su parte, Manzano-Sánchez y Valero-Valenzuela (2019) proponen un modelo

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