el Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS)

los juegos colaborativos que requieren que los niños trabajen juntos y respeten las contribuciones de sus compañeros pueden ser efectivos para enseñar conceptos de justicia y equidad. Integrar perspectivas multiculturales en estas actividades también puede ser una herramienta poderosa para ayudar a los niños a valorar la diversidad cultural y entender la importancia de la inclusión (Santos et al., 2020; Wright e Irwin, 2018). El objetivo final de un programa de MRPS socialmente justo es crear un entorno donde los niños no solo aprendan sobre la responsabilidad y la justicia social, sino que también practiquen estos valores en sus interacciones diarias. Al integrar de manera coherente e integral el MRPS en el currículo preescolar, los educadores pueden ayudar a los niños a desarrollar las competencias y disposiciones necesarias para contribuir a una sociedad más justa e inclusiva a medida que crecen (Hellison, 2011). Por lo tanto, la metodología para implementar el MRPS en contextos de educación preescolar debe implicar la adaptación del MRPS a los desafíos sociales existentes, a los objetivos de aprendizaje, así como la integración de habilidades para la vida orientadas hacia la justicia social. Al adoptar este enfoque, el MRPS puede desempeñar un papel crucial en la formación de individuos responsables, empáticos y socialmente conscientes desde una edad temprana. 3. Evaluación Evaluar el impacto del MRPS en contextos preescolares de manera socialmente justa requiere la implementación de procesos y herramientas que reconozcan y amplifiquen genuinamente las voces de los niños, respetando sus ontologías y experiencias únicas. Por lo general, las herramientas de evaluación han sido centradas en los adultos, imponiendo a menudo perspectivas adultas sobre lo que debe ser evaluado. Este enfoque puede no captar las sutilezas de las experiencias de los niños y, de manera no intencionada, reforzar las dinámicas de poder que marginan las voces de los niños en el proceso de evaluación (Moss y Urban, 2017). Por el contrario, es crucial crear espacios donde los niños se conviertan en los principales agentes de su propio proceso de evaluación, asumiendo una posición de poder y agencia. Al hacerlo, los educadores pueden asegurar que las evaluaciones reflejen con mayor precisión sus experiencias, perspectivas y necesidades. Santos et al. (2020) demostraron la efectividad del MRPS en un contexto preescolar mediante la utilización de una herramienta de autoevaluación. Se alentó a los niños a colocar sus fotos en el nivel de responsabilidad que consideraban haber desarrollado durante las sesiones de EF. Este enfoque no solo promovió la autorreflexión, sino que también empoderó a los niños para que asumieran un papel activo en su propio desarrollo. No obstante, la literatura existente subraya la necesidad de alejarse de las herramientas de medición diseñadas exclusivamente por adultos. Según Smith (2015), las evaluaciones centradas en los adultos tienden a reflejar expectativas normativas que pueden no alinearse con las realidades individuales de los niños, especialmente en contextos cultural y socialmente diversos. En su lugar, la evaluación debe ser flexible y adaptable, como argumentan Fleer (2021) y Melo et al. (2020), permitiendo que los niños exploren y expresen sus experiencias en sus propios términos. Adoptar un enfoque socialmente justo para la evaluación del MRPS también implica reconocer la importancia de las interacciones sociales y las dinámicas de poder entre niños y adultos. Edwards

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